En esta ocasión os voy a contar la visita una "fazenda" brasileña en el interior del estado de Santa Catarina, muy cerca del límite con el estado de Paraná.
Bueno, la verdad es que no se si cerca o también ocupa terreno en el estado de Paraná.
Esta pequeña finca (que no es de lo más grande de la zona, a parte de la coña) tiene unos treinta y cinco millones de metros cuadrados.
Para hacernos una idea, la finca tiene forma más o menos circular. Tiene un entramado de caminos por todo el territorio, pero hay uno que prácticamente circunda la finca. El recorrido hecho por el camino es de unos cuarenta y cinco kilómetros.
Con esto os podeis hacer una idea de las dimensiones.
El nombre de la finca no lo voy a dar por preservar la identidad y privacidad tanto de la finca como de los dueños.
En otras circunstancias uno pregunta: ¿bueno, a qué se dedican en esta explotación? Y el interlocutor te diría por ejemplo a tomates en unos sitios, en otros te dirían que la finca es cerealista, o que es una explotación ganadera extensiva.
Pero semejante propiedad da para actividades variadas.
Te encuentras una parte de la finca que es área de conservación de "mata nativa", la vegetación boscosa de la zona, que incluye araucarias entre otras especies reseñables. Estas áreas son de obligada conservación y no se talan.
A pesar de lo que ocurre en áreas de dificil acceso del Amazonas, Roraima y demás, aquí nadie tala las zonas de conservación. La sociedad en esta parte de Brasil tiene un compromiso con la defensa de la naturaleza y con el cumplimiento de la ley en temas medio-ambientales.
De esas cosas no suelen hablar las ONGs, demonizando a Brasil en general, cuando realmente hay tanta vegetación fuera del área amazónica como dentro. Aunque no sea del mismo tipo.
Y las autoridades brasileñas luchan contra los desmatadores. En esto me gustaría hacer un comentario que tampoco hace nadie fuera de Brasil: el gobierno brasileño tiene un convenio con el gobierno japonés para el uso de un sistema de satélites japoneses para la vigilancia de la tala ilegal.
En definitiva están bastante más comprometidos de lo que pretenden muchos desde fuera (aunque como en todas partes hay problemas y Brasil es muy grande y tiene mucho territorio donde tener problemas).
Bueno, en esta hacienda tienen, además del área de conservación, una explotación forestal de pinos que cuando yo hice la visita, unos meses atrás, tenía más de un millón doscientos mil pinos de repoblación disponibles para corte. Podeis ver una panorámica de la explotación forestal.
Pero esto, que sería en algunos sitios de Europa casi una provincia, tiene también grandes extensiones de pastos para ganado vacuno y ovino. Los pastos en estas zonas son inacabables simplemente por el clima (que no es ecutorial ni tropical ni subtropical, es atlántico). La hierba crece por minutos.
Hay grandes (como todo aquí) extensiones dedicadas a cultivos varios. El personal de la finca realmente está integrado con el terreno. Son la población de estas tierras. Trabajan y forman parte de esta naturaleza brasileña inconmensurable.
Otro capítulo impresionante es el agua. De esos cuarenta y cinco kilómetros de camino circundante de la finca, veintieis son bordeando rio. Rio que nace de una fuente principal en la finca y es apoyado también por el suministro de innumerables manantiales nacientes también en la propiedad.
Como podeis ver aquí, nada de riachuelo. Se puede hacer barranquismo, piragüismo y muchos más ismos en este sitio.
Pero como decía antes, la fazenda no es de lo más grande de la zona ni de la smás grandes de Brasil. Es una más.
Por cierto creo que está en venta. Aquí os dejo otra foto de una fruta salvaje tipo chirimoya.