lunes, 12 de septiembre de 2011

Dos españoles en Brasil. De Garopaba a São Francisco do Sul. 27-01-2010.

Hecha la despedida de todos nuestros amigos nos disponemos a salir hacia el Norte del estado de Santa Catarina, hacia São Francisco do Sul. A excepción de los dueños del chiringuito y de los dos músicos, los demás regresan a sus lugares de origen.
Nos habíamos planteado de qué manera nos íbamos a desplazar. Llevamos un equipaje grande y para ir al destino podemos hacerlo de varias maneras, pero en realidad se resumen en dos: o bien cogemos un autobus en Garopaba para ir a Florianópolis, de allí coger otro a Joinville y de allí otro a São Francisco y de la estación a la casa de nuestro anfitrión un taxi (con todas las maletas y transbordos de las mismas) o bien cogíamos un taxi que nos llevase directamente de Garopaba a São Francisco do Sul. La diferencia de precio es irrelevante. Así que está claro: taxi. Mucho más cómodo.
El viaje tiene un trayecto de aproximadamente 300kms que hacemos en unas cuatro horas en un vehículo SUV de la marca FIAT, modelo que no se fabrica en Europa, cómodo y prácticamente nuevo. A diferencia de la gente que hemos conocido hasta ahora el taxista no habla casi nada durante todo el trayecto. parece una persona introvertida y con un carácter no muy afable.
Cuando estamos llegando a São Francisco nos dice que el trayecto pactado era hasta la entrada de la ciudad, no al centro histórico, que está más lejos y que eso hay que pagarlo.
Le decimos que sí, puesto que no conocemos donde estamos y con el fin de que prosiga. Y lo hace. Nos lleva con dificultad (lógica pues no es su sitio habitual) y al llegar pretende subir el precio total en un 20% a lo que le decimos (ya en destino) que no, pero pensando en volver a Garopaba en alguna ocasión le aceptamos el 10% de incremento.
No obstante la fechoría, la realidad es que el coste del viaje y, más teniendo en cuenta la comodidad, no es nada caro en comparación con España. El precio final en euros es de 160 para un trayecto de 300kms ida y otros tantos de vuelta.
También nos sirve para saber que hay que tratar directamente con el conductor, no con alguien que no es quien te lleva (su punto de oficina).
El viaje da para mucho. Ver, pensar y hablar (no con el taxista). En Brasil conforme vas hacia el Norte vas hacia el Ecuador y la temperatura asciende. También notas que al pasar a la altura de Florianópolis termina la carretera infernal y comienza autovía. Más o menos en buenas condiciones. En otro momento hablaremos detenidamente de este tema porque aún no tenemos suficiente información como para emitir una opinión segura.
Lo que es cierto es que durante el trayecto hemos pasado junto a centros de población de tipo industrial, con grandes polígonos y una densidad de tráfico mucho mayor que la de los días pasados. Hemos pasado junto a Balneario Camboriú, capital turística del estado.
Desde la autovía la impresión que te da (salvo por la exhuberante vegetación) es que estás llegando a Benidorm. Una ciudad lineal siguiendo la línea de playa y con una gran concentración de rascacielos.
De manera que nos vamos acercando a la Bahía de Babitonga, zona extensísima donde se sitúa São Francisco do Sul, el agua toma protagonismo. Los canales, los rios, la lluvia, el mar, sólo separados por la vegetación.
Al llegar te das cuenta que estás en otro lugar especial.
São Francisco do Sul es una población pequeña (no sé que habitantes puede tener, 20.000 o algo así) con un área muy grande de viviendas de planta baja y un núcleo histórico de pequeña extensión y preservado de la construcción.
Nos ha dicho nuestro anfitrión que se trata de una ciudad de origen colonial y que, por antigüedad, es la tercera de Brasil. Estamos pues viendo parte de los orígenes de este país.
La casa donde estamos es una casa colonial reformada en su interior. De gran extensión y con una distribución moderna. Nos alojan en un apartamento para invitados que está situado al otro lado de la piscina que hay en un patio interior. Con todos los servicios.
Vaya desde aquí nuestro agradecimiento para él y un fuerte abrazo.
El recibimiento se completa con un hermoso churrasco (nunca pensé que hablaría respecto a piezas de carne en términos de belleza, pero eso es lo que pasa) acompañado de un excelente vino argentino de uva malbec.
Todo eso ocurre en el patio de la residencia que está íntegramente construido con materiales andaluces y maderas brasileñas. Una preciosidad.
Un gran contraste: un patio tipo andaluz, una churrasqueira y, al lado, un jamón de jabugo, un asistente de raza negra (simpático y educado a más no poder, un fuerte abrazo para él también), un pintor, dos viajeros, la carne y el vino. Simplemente perfecto.
 Después de comer hemos subido a nuestro apartamento y hemos desecho nuestros equipajes y hemos descansado de la copiosa comida, del viaje y la sobremesa.
Por la tarde hemos salido a dar un paseo.
Nos habían hablado de que la luz en Brasil es distinta. También nos habían hablado de la luz en la Bahía de Babitonga. Abajo teneis una foto tomada al aterdecer.



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